miércoles, 11 de junio de 2014

El hombre mediocre es una especie de ensayo entre lo sociológico, lo psicológico y lo literario, debido a que hay constantes referencias a la sociedad a su organización. El objetivo principal de este libro es educar de una u de otra manera a la juventud para que la misma tenga una mentalidad idealista y así pueda rechazar todas las formas de servilismo, hipocresía, rutina, entre otras. José Ingenieros manifiesta en su trabajo que no existen hombres iguales y los divide a su vez en tres tipos: ‘El hombre inferior, el hombre mediocre y el hombre superior, pero no ataca a los dos primeros, sino que detalla las características de cada uno y exalta al segundo y lo diferencia con el hombre idealista. Todos los capítulo y subcapítulos del hombre mediocre hacen alguna referencia al hombre superior, al idealista enfrentado con la vulgaridad, opacidad y rutina, a demás en los mismos se muestran las diversas formas de mediocridad en los diversos campos de la vida del ser humano. En su libro José Ingenieros dice que el hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar, de ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente. El mediocre es dócil, maleable, ignorante, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social, vive según las conveniencias y no logra aprender a amar en su vida acomodaticia se vuelve vil y cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni santos. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean mientras que una persona original tiende a diferenciarse de ellos, mientras el primero se centra a pensar con la cabeza de la sociedad, el segundo aspira a pensar con la propia. El autor señala que una persona mediocre carece de personalidad y la incapacidad de concebir una perfección de formarse un ideal, ellos no viven su propia vida, sino para el fantasma que proyectan en la opinión de sus similares. Una persona mediocre no toma su vida en serio, sino toda a un facilismo es así convirtiendo a la ciencia en un comercio, de la filosofía un instrumento, de la virtud una empresa, entre otras. Los mediocres no hacen nada por dignificar su yo verdadero afanándose por inflar su fantasma social, son modestos por principio su mediocridad intelectual los convierte en solemnes, modestos e indecisos y no pueden razonar por sí mismos como si carecieran de seso, terminan envenenados por la vanidad y la envidia, es decir el hombre mediocre envidia las fortunas y las posiciones burocráticas. Detestan a los que no pueden igualar y, sin alas para poder elevarse hasta ellos deciden rebajarlos, calumniarlos. El dinero permite al mediocre satisfacer sus vanidades más inmediatas pero éste es benéfico sólo si es merecido, cuando exalta la personalidad y la estimula. Tiene otra virtud destierra la envidia, ponzoña incurable en los espíritus mediocres que son además hipócritas, lo que va apareado a la mentira. El hipócrita transforma su vida entera en una mentira hace todo lo contrario de lo que dice toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato vive traicionando con sus palabras, mientras que las personas honestas se someten a las conversaciones corrientes, ser virtuosos significa a menudo ir contra ellas, exponiéndose a pasar como enemigo de toda moral. Los caracteres excelentes han creado su vida y servido un ideal, perseverando en la ruta sintiéndose dueños de sus acciones, templándose por grandes esfuerzos, seguros de sus creencias, leales a sus afectos, fieles a su palabra, los hombres evolucionan según varían sus creencias y pueden cambiarlas mientras siguen aprendiendo estas son el soporte del carácter y el hombre que las posee firmes y elevadas, lo tiene excelente. El autor señala en su libro que la mediocridad no sólo se da en las personas jóvenes, sino también que la vejez mediocriza a todo hombre superior más tarde la decrepitud interioriza al viejo ya mediocre y a demás que los hombres mediocres anhelan las riquezas de los grandes gobernantes e inspiran a convertirse en funcionarios en otra palabras sin los mediocres no habría estabilidad en las sociedades; pero sin los superiores no puede concebirse el progreso pues la civilización sería inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa Clasificación y comentario del que hace la pregunta

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